

TURALTER
CONSULTING
El vino tiene status de una bebida sofistIcada en Brasil y esta llevando a una gran parte de la nueva clase media brasileña a sustituir la popular cerveza por el vino. El número de clubes y cofradías de vino crece exponencialmente, y nuevos vinos nacionales e importados entran en el mercado que, cada vez se vuelve más atractivo para los paises que, poseen una producción extremadamente dependiente de la exportación.
El mercado de los vinos en Brasil

CONSUMO DE VINO POR ESTADOS
Localizacion Total litros 2010 % Del total consumido Litro año por persona
SP 115.444.603 33.4% 2.9 L
RJ 73.446.781 21.2% 4.8 L
PR 36.074.660 10.4% 3.5 L
RS 33.942.663 9.8% 3.2 L
MG 17.436.034 5.0% 0.9 L
ES 11.383.705 3.3% 3.4 L
BA 11.045.225 3.2% 0.8 L
SC 9.965.308 2.9% 1.7 L
PE 8.402.192 2.4% 1.0 L
CE 5.795.034 1.7% 0.7 L
GO 4.484.300 1.3% 0.8 L
DF 4.101.829 1.2% 1.0 L

La promoción
El vino español llega muy caro al consumidor brasileño. Ya hemos visto que ése no es un factor determinante de compra, pero, en esa franja de precio, la marca sí lo es, y exceptuando los vinos de la DOC a Rioja o de la DO Ribera del Duero, el vino español no tiene imagen en Brasil.
La solución está en la promoción.
La primera acción sectorial tuvo lugar el pasado junio en São Paulo: Un gran evento en el que casi 50 bodegas españolas se encontraron con el mercado brasileño in situ.
La promoción se viene haciendo a través de conferencias, exposiciones, campañas en supermercados, misiones directas e inversas y, sobre todo, degustaciones. Existen otros instrumentos, aunque algo caducos. Expovinis (ver Ferias), la mayor feria del sector en América Latina, ha visto cómo los mayores importadores dejaban de participar en las últimas ediciones para crear sus propios eventos exclusivos para clientes, bastante elitistas, contribuyen a la mitificación del vino por parte del consumidor.
Para vender mucho vino español, hay que centrarse en divulgar los vinos corrientes, al consumidor corriente, y a lo grande. Hay que formar al consumidor, y hay que darle de beber en el punto de venta.
El éxito en el mercado brasileño pasa por configurar una imagen moderna del vino español, de mayor calidad y tradición que los del Nuevo Mundo, y de mayor innovación y mejor precio que los europeos.
El tiempo apremia, la renta disponible de los brasileños no ha parado de crecer en los últimos años, así como su sensibilidad enológica, pero no hay margen para muchos errores. Que se lo digan a Alemania, cuyo vino barato, el de la botella azul, el que dominaba el mercado en los 90, hoy en día factura diez veces menos que los españoles.
El importador
En realidad, son los importadores quienes controlan la distribución. Además, en un mercado tan complejo como el brasileño, la figura del importador es fundamental, puesto que es quien mejor lidia con la burocracia, la gran barrera a la exportación en Brasil.
Se tarda un año en completar la importación de un vino. Todas las bodegas españolas que comercializan sus vinos en Brasil lo hacen a través de importador.
Tras seis años exportando a Brasil, Bodegas Rodero (DO Ribera del Duero), acaba de cambiar de importador porque las ventas habían bajado en virtud del alto margen aplicado por el anterior.
Los impuestos
El arancel del vino asciende al 27%, y existen otros tres impuestos que inciden en cascada sobre el mismo. Tras pagar el flete y todos los impuestos, un vino español habrá incrementado su valor en un 90%. A ello habrá que sumarle los elevados márgenes aplicados por los intermediarios. Para su comercialización en Brasil, un vino español ve disparado su precio entre un 230 y un 255% respecto a su precio en origen.
La distribución
El vino de calidad se vende sobre todo en tiendas gourmet. Según las pesquisas realizadas por Turalter Consulting. Sólo el 30% del vino consumido en Brasil se hace a través del canal horeca, dado el alto margen que aplican los establecimientos
.
El vino más barato de la carta es siempre más caro que el plato más caro. Sin embargo, aparecer en la carta de un restaurante como el Figueira Rubayat (uno de los mejores de São Paulo) genera reconocimiento, es un escaparate para la marca muy rentable en términos de imagen.
El consumidor
La proximidad y las exenciones fiscales hacen de los vinos chilenos y argentinos competidores imbatibles, pero las bodegas españolas aún pueden jugar la baza de la marca. De hecho, el consumidor brasileño, puesto que asocia el vino a las celebraciones, lo considera un producto de lujo, y no se asusta por el precio.
Tiene preferencia por el vino tinto, cierta debilidad por el vino espumoso y ciertos prejuicios contra el blanco y el rosado, y, como en todo el Nuevo Mundo, elige el vino en función de la uva y de la marca, y no tanto de la región de origen.



